27.2.08

Los abuelos y los padres no tienen edad


Esta frase me la dijo ayer mi cuñada y que verdad tan grande. Todos sabíamos que la abuela Pastora nos dejaría algún día ya eran 98 años. Cuando ingresó en el Meixoeiro sabíamos a ciencia cierta, que se acababa una étapa para todos. Murió el lunes, su rostro tenía una palidez y tranquilidad insual, estaba muy delgada pero en calma. Reaccioné bien en todo momento, siempre pensando en mi padre, que es la persona que inculcó en mi el deseo de ser madre, porque es el mejor hijo que he conocido. Iba todas las noches a dormir con su madre al hospital, ella ya débil y cansada, le cogía la mano y le acariciaba, supongo que era la forma de tranquilizarle y prepararlo para su final.

El lunes esperó a que sus hijos se fueran para iniciar su camino sin retorno. Y por mi parte hasta que sellaron su tumba lo llevaba con dignidad. Mi pequeña me ayudó mucho, corría con su primo Alvaro por el velatorio, después jugaba con su tia .... Pero cuando al salir del cementerio decidimos reunirnos las tres generaciones, noté el vacío de aquella casa, fui consciente que una étapa de mi vida se acababa.

La decisión de venirse para Vigo, significaba el romper vinculos con la familia, todo el mundo está demasiado lejos. Me entraba una envidia sana al ver que mis primas quedan, salen juntas, yo no dejo de ser esa a la que todo el mundo llama por su santo y que es dificilisimo verla salvo en las bodas o en los entierros. Y allí, en aquella casa, en aquel momento fui consciente de que será complicado volver a coincidir todos juntos en un mismo espacio y desde luego siempre sin la abuela.

Siempre he tenido una abuela, con ella comparti muchas cosas buenas y malas. Hasta los quince años pasaba casi la mitad del año con ella. Yo era la primera en llegar en Navidades, cada año para los abuelos organizabamos un pequeño teatrillo, cada nieto hacía algo, unos tocaban un instrumento, otros cantaban, en mi caso solía llevar un poema para recitar. Con mi abuela Pastora conocí fisicamente los animales, recuerdo de niña que había nacido una camada de cerdos y las crias eran preciosas, para mi, una niña de asfalto era algo sorprendente, en mi mente tenía un concepto muy malo sobre dicho animal.También en su casa vi y comí por primera vez los percebes. Ella me sacó mi adicción al té, no fue una tarea fácil, escondía los sobres en los altos y la mujer no medía más de un metro cincuenta, así que enseguida localizaba algún paquete.

Aparte de darme a mi padre, de ser mi abuela todos estos años, sentí pena por mi pequeña. Mi abuela la quería mucho, el pequeño polvorón nació cuando ya estaba enferma, con la pasión que sentía por las niñas, lógica por otra parte era madre de cinco hombres. Las dos cumplian años el mismo día con 96 años de diferencia y la enterramos el día que para ella se celebraba el santo de su biznieta.

Tengo angustia, angustia por mi, que soy consciente que son drogodependiente de mi familia, que cada vez siento más necesidad de mi dosis de padres, hermanos, sobrinas....Que necesito que mis hijos formen parte de algo. En el medio de mi pena, se me escapó un sonrisa cuando veía a mi hermano y a Frander jugar a darse besos y a mi cuñada llenando a la peque de chuches.

Que duro esta resultando, siento angustia y de repente no puedo evitar llorar.

Quiero aprovechar la ocasión para agradecer algunas personas su cariño, especialmente a Merchi, su abrazo fue muy importante y no te preocupes porque intentaré recuperar mi positividad lo antes posible, a mi madrina que es la mejor madrina que se puede tener, a mi suegra que se quedó con los niños y mostró una gran paciencia en algunos momentos y a mi padre que se marchó todo preocupado por mí.

Hasta pronto abuela, quiero pensar que existe un lugar desde el que nos miras y nos cuidas y espero que ayer estuvieras orgullosa de los tuyos que estaban unidos y no faltaba nadie más que tú. Te echaremos de menos.

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